Décadas de investigación nos ha permitido calcular con precisión la intensidad de ejercicio a desarrollar durante el entrenamiento interválico en el contexto de la resistencia aeróbica. Hoy en día, los resultados de una prueba de esfuerzo con análisis de gases respiratorios ó de un test de lactato, otorga al entrenador la capacidad de individualizar la velocidad o los vatios a desarrollar en este tipo de entrenamiento. Así, conociendo los valores del umbral ventilatorio 2 ó el máximo estado estable del lactato (MLSS), así como los variables (W, velocidad) asociadas al VO2max, los entrenadores pueden con cierta facilidad estructurar una sesión de entrenamiento interválico extensivo o intensivo. Así, si el objetivo son 2 series de 4 repeticiones de 1000 m corriendo, el entrenador fijará dependiendo del objetivo, una velocidad de carrera para cada “1000” entre el MLSS y el VO2max. Hasta aquí todo controlado “científicamente”. Ahora toca decidir el tiempo y el tipo de recuperación entre cada uno de los 1000 m (comúnmente denominadas “series”), e inmediatamente el entrenador percibe que se encuentra “un tanto desasistido” por la fisiología del ejercicio. Y es que, dejando al margen el tipo de recuperación (activa, pasiva), no es posible, al menos en mi conocimiento, calcular individualmente basados en datos fisiológicos el tiempo de recuperación idóneo para cada atleta. Para cubrir este vacío, existen tablas con tiempos estándar de recuperación (1:2, 1:3…etc.), o incluso basados en la recuperación de la frecuencia cardiaca (“al llegar a 120 lpm, el atleta ha de comenzar la siguiente serie”), pero ello no permite una aproximación equivalente a la que poseemos para fijar la intensidad de la propia serie. El resultado de esta limitación es que el entrenador de manera empírica establece en base al conocimiento de su deportista, y esencialmente del cumplimiento integro de la tarea a realizar en cada sesión de entrenamiento interválico, los tiempos individuales de recuperación, procedimiento válido pero muy costoso en el tiempo empleado por el entrenador.
Os animo a tod@s los que os gusta la fisiología del ejercicio y entrenamiento deportivo a investigar sobre este tema; ya os adelanto que os introduciréis en uno de los “lados oscuros” de la fisiología del ejercicio, pero todos los que nos gusta el deporte compartimos que “la motivación nace en la dificultad”.
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