Nadie duda que la realización de actividad física diariamente es altamente beneficiosa en la prevención y en el tratamiento de muchas enfermedades crónicas, especialmente las cardiovasculares. Sin embargo, el excesivo entrenamiento de resistencia aeróbica puede causar alteraciones estructurales y funcionales del corazón y grandes arterias, que se sitúan en ocasiones en la esfera de la patología. Evidencias científicas indican que los deportistas de competición en pruebas de maratón, ultramaratón, triatlones de larga distancia, ciclistas de ruta, etc, pueden manifestar alteraciones transitorias de sobrecarga de volumen auricular y del ventrículo derecho, con reducciones asociadas en la fracción de eyección del ventrículo derecho, y elevaciones de marcadores de daño cardiaco. El deportistas de resistencia aeróbica veteranos, la recurrencia de tales alteraciones fisiopatológicas pueden ocasionar fibrosis miocárdica, particularmente en aurícula, septo interventricular y ventrículo derecho, lo que puede provocar arritmias auriculares y ventriculares. Además, se han descrito disfunción diastólica, mayor rigidez de grandes arterias y calcificaciones coronarias. Más información sobre este interesante tema la podéis encontrar en Patil y col, 2012; Mo Med 109: 312-321.
Evidentemente no todos los atletas máster de resistencia aeróbica desarrollan estas alteraciones, y generalmente gozan de muy buena salud, baja tasa de mortalidad y excelente capacidad funcional. Como comenté en el anterior post, estos datos casi obligan a realizar exhaustivos reconocimientos médico-deportivos a todos los atletas de resistencia aeróbica, pero especialmente a los máster.
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