Por una parte, todos sabemos que altos niveles de triglicéridos en la sangre constituye un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. Por otra parte, la siesta constituye un hábito muy extendido en muchos países, especialmente los mediterraneos. Un grupo de investigadores japonenes han publicado los resultados de un estudio (Aoi y col, 2012; Med Sci Sports Exerc -20 ago) en el que valoraron los efectos de realizar un ejercicio de baja intensidad (pasear 2 km) antes o después de comer, sobre los niveles postprandiales de triglicéridos en sangre. También hubo un grupo control que permaneció en reposo. La comida ingerida tuvo un elevado contenido en grasa (37-39%). Los resultados mostraron que el ejercicio provocó una reducción del aumento transitorio de triglicéridos séricos a las 2 h de la comida, cuando el paseo se realizó después de comer, en comparación con el estado sedentario. Un comportamiento similar (pero menos marcado) ocurrió cuando el paseo se dio antes de la comida.
En conclusión, un ejercicio de baja intensidad después de comer, puede prevenir la elevación de los triglicéridos de la sangre, lo que deberemos tener presente cuando nos dispongamos a entrar en un apetitoso "duermevela" después de comer. La opción del paseo y posterior "sesteo" tampoco la deberíamos deshechar.
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