En los últimos tiempos estamos bombardeados desde distintos frentes acerca de la necesidad de luchar contra el estrés oxidativo, minimizar los efectos de los radicales libres y la conveniencia de suplementarnos con antioxidantes. No cabe duda que la excesiva producción de radicales libres tiene implicaciones para la salud en general, y para el rendimiento físico en particular. En relación al ejercicio, que es lo que nos ocupa a nosotros, la controversia está servida en relación a la necesidad o no de suplementación con antioxidantes, al menos de manera regular. Que el organismos produce más radicales libres durante el ejercicio es un hecho, que el organismo se adapta habitualmente a este “estrés oxidativo” es una realidad, que necesitemos suplementos antioxidantes de forma permanente no está claro, y que esa suplementación de antioxidantes pueda afectar al rendimiento negativamente al perturbar las adaptaciones fisiológicas es posible. En este sentido, un grupo de investigadores griegos (Nikolaidis y col, 2012; Oxid Med Cell Longev -13 agosto) han publicado recientemente un artículo interesante sobre este tema, y en concreto sobre la suplementación exógena con vitaminas C y E. Recientes evidencias sugieren que la administración continuada de vitaminas C y E, pueden afectar negativamente al rendimiento al interferir en los procesos fisiológicos de adaptación al estrés oxidativo. Los estudios disponibles, tanto los realizados en humanos como en animales, ofrecen resultados conflictivos sobre sus efectos sobre el rendimiento.
Aunque con frecuencia consumimos todo aquello que desde análisis no muy rigurosos y con el apoyo mediático de diferente índole, se nos indica como excelente para la salud o el rendimiento, en el caso que nos ocupa y en vista de los resultados de las investigaciones, puede que no esté recomendado un consumo permanente de dosis no fisiológicas de vitaminas C y/o E en los deportistas.
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