La corteza prefrontal juega un papel crítico en el control atencional y en el archivo mnésico necesario para supervisar y modular el procesado sensoriomotor y las acciones complejas básicas de la conducta humana. La lesión de la corteza prefrontal determina, entre otros, los siguientes déficit cognitivos: dificultades en el planeamiento, razonamiento, resolución de problemas, formación de conceptos y ordenamiento temporal de los estímulos; trastornos de la atención, aprendizaje asociativo, del proceso de búsqueda en memoria y del mantenimiento de la información en la memoria de trabajo. Recientemente, investigadores japonenes (Tsujii y col, 2012; Adv Exp Med Biol 765:293) examinaron los efectos de la actividad física sobre la actividad de la corteza prefrontal en sujetos de edad avanzada, utilizando espectroscopía infrarroja (NIRS). Los sujetos del estudio realizaron en una de las visitas al laboratorio distintas tareas de memoria antes y después de realizar un ejercicio moderado en bicicleta. Los resultados mostraron que el ejercicio mejoró el rendimiento en las tareas de memoria, en comparación al estado control sin ejercicio. Además, se observó mediante la NIRS que la actividad física aumentó la actividad eléctrica de la corteza prefrontal, especialmente en el hemisferio izquierdo, durante los ejercicios de memoria. Los hallazgos sugieren que el ejercicio de intensidad moderada aumenta la actividad de la corteza prefrontal asociada a las tareas de memoria en sujetos de edad avanzada.
Este estudio muestra la respuesta al ejercicio de la actividad de la corteza prefrontal, sentando las bases para futuros estudios que traten de valorar si realmente se produce una adaptación al ejercicio de esa actividad de la corteza prefrontal, hecho que de confirmarse sería de gran importancia en neurofisiología y fisiología del ejercicio.
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