Todos estamos de acuerdo en que el entrenamiento de fuerza debe ser una prioridad en edad avanzada; en lo que puede haber discusión es en como entrenar esa fuerza. Dejando al margen diferentes patologías que pueden afectar a estas personas y que lógicamente condicionarán el entrenamiento de la fuerza, la tendencia actual es dar más protagonismo a la velocidad de ejecución (potencia muscular), ya que va a tener una mayor transferencia en las actividades diarias de la persona de edad avanzada, y en su calidad de vida. Por tanto, no debemos empeñarnos en el trabajo de fuerza resistencia como parece señalarse en algunos ámbitos no especializados, ya que los beneficios generales serán significativamente inferiores. Lo que necesita una persona de edad avanzada en su vida diaria son acciones de potencia, y no tanto repetición de acciones musculares. En este sentido, recientemente investigadores brasileños (Correa y col, 2012) han publicado un artículo (Int J Sports Med -10 jul) en el que compararon los efectos neuromusculares, morfológicos y funcionales de tres diferentes entrenamientos de fuerza en mujeres de edad avanzada. El grupo fue dividido en tres grupos de entrenamiento de manera aleatoria: 1) entrenamiento tradicional; 2) entrenamiento de potencia, con la fase concéntrica de la contracción realizada a elevada velocidad; y 3) entrenamiento enfatizando en el ciclo estiramiento-acortamiento realizando pequeños saltos. Los resultados mostraron que el grupo que entrenó potencia fue más efectivo en el desarrollo de la producción de fuerza (tiempo de reacción, fuerza máxima, etc), desarrollando mejor las capacidades funcionales útiles en mujeres de edad avanzada.
Así pues, os animo a trabajar potencia muscular con las personas de edad avanzada como base del entrenamiento de la función muscular
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