Es indudable que la prevalencia del sobrepeso y la obesidad van aumentando en nuestra sociedad de la mano de unos inadecuados patrones de alimentación y sedentarismo. Al mismo tiempo, se refuerzan clínicas y centros que ofrecen programas para perder peso corporal, y afloran métodos “pseudo-científicos” para “sin esfuerzo” y “sin dejar de comer” perder grasa corporal. Podríamos afirmar que cualquier programa de pérdida de peso, aún los menos serios, si se siguen tendrá como resultado un descenso del peso corporal. Pero lo que importa realmente no es “iniciarse” en el largo camino de controlar el peso corporal, eso con un poco de motivación estética es relativamente fácil, lo que realmente importa es mantener unos hábitos de alimentación, actividad física y estilo de vida saludable toda la vida, y ahí es donde la gran mayoría de los que inician victoriosos un programa de pérdida de peso finalmente fracasan. Para la inmensa mayoría de las personas, tengan o no sobrepeso, la identificación de los alimentos “inadecuados” en relación al acúmulo de grasa corporal está muy clara; ¿quien duda que los torreznos “engordan”, o que las acelgas no lo hacen?, creo que nadie. Por tanto, bajo mi punto de vista, el verdadero problema reside en la incapacidad de cada uno de nosotros de controlar la ingesta de esos “inadecuados alimentos”. Los nutricionistas ordenan nuestra dieta y restringen los alimentos inadecuados, algo que como decía antes tiene la efectividad asegurada, pero también es seguro que un porcentaje demasiado elevado de las personas que pierden peso (a veces mucho peso) con impecables dietas, van a volver a recuperarlo meses más tarde. En este contexto, bajo mi punto de vista, la intervención psicológica es fundamental, tanto que considero que para la gran mayoría de las personas el/la psicólogo debería ser el pivote profesional sobre el que debería girar un programa de pérdida de peso. Una educación nutricional (excluyendo las fraudulentas dietas milagro) y el ejercicio físico dirigido por profesionales de la Actividad Física y el Deporte, deben conformar los otros dos apoyos estratégicos, pero ninguno perdurará en el tiempo sin la intervención de un/a psicólogo especialista en trastornos alimentarios. Desafortunadamente, en muchas ocasiones los pacientes rechazan este apoyo psicológico, y con aún más frecuencia los programas de pérdida de peso no incluyen a estos profesionales.
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