La frecuencia cardiaca en los seres humanos atletas oscila entre los 30 lpm y los 210 lpm, tomados en reposo y esfuerzo máximo, respectivamente. En los animales tenemos desde 25 lpm y 250 lpm (reposo vs máximo esfuerzo) en caballos, hasta los 100 lpm vs 300 lpm en los galgos, pasando por los 30 lpm vs 150 lpm en camellos. La frecuencia cardiaca del cocodrilo del Nilo en estado de hibernación desciende a 2 lpm, mientras que un pingüino en inmersión puede descender a 6 lpm, con un mínimo de 3 lpm. Respecto al gasto cardiaco máximo, los caballos alcanzar de 250 a 450 lpm, lo que podemos comparar con los 45 l/min que puede alcanzar un remero de elite. Otro hecho relevante ocurre en las serpientes pitón (Python molurus): su masa ventricular izquierda puede aumentar hasta en un 40% en solo 48-72 h, una vez que hayan ingerido su comida bi-anual. Parece que los responsables de ese incremento tan rápido es una combinación de ácidos grasos liberados como resultados de la digestión. Los investigadores tratan de conocer si podrían utilizarse en el futuro como terapéutica en los seres humanos. Respecto a la ventilación pulmonar, los remeros de elite pueden alcanzar los 250 l/min, mientras que un caballo de carreras puede llegar a los 2000 l/min, y además ese aire es ventilado a través de los orificios nasales. Respecto a la eficiencia de la ventilación, el caballo de carreras puede extraer alrededor de 60 l de oxígeno por minuto, mientras que los atletas humanos llegan a un máximo de 8 litros de oxígeno por minuto, por cada 300 litros de aire ventilado.
No sé a vosotr@s, pero a mí lo de la serpiente pitón me ha dejado impresionado.
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