Existe un debate abierto sobre si se debe utilizar la suplementación con hierro de forma generalizada en deportistas, especialmente en aquellos que realizan resistencia aeróbica. Autores como Ottomano y Franchini (Blood Transfus, 2012; DOI 10.2450/2012.0019-12) se han planteado si realmente existe la llamada anemia del deportista. Los mecanismos implicados en la pérdida de hierro en relación al ejercicio físico son: sangrado gastrointestinal, hematuria, sudoración y hemólisis, con los fenómenos inflamatorios y la actividad hormonal como factores implicados en las últimas investigaciones en este campo. Algunas investigaciones recientes relevantes (Lippi y Guidi, 2012; Blood Transfus; DOI 10.2450/2012.0167-11) demostraron que una carrera de ultramaratón no se asociaba con variaciones clínicamente significativas en los niveles de hemoglobina, hematocrito, número de hematíes, o potasio séricos. Los autores sugieren que el grado de daño de glóbulos rojos puede ser considerado como modesto o clínicamente irrelevante. Hay que tener en cuenta los factores de riesgo que favorecen la deficiencia de hierro: jóvenes y adolescentes, mujeres, dietas vegetarianas, o infección con Helicobacter Pilori.
Los resultados de las investigaciones no apoyan que la suplementación con hierro mejore el rendimiento, excepto en deportistas que padezcan deficiencia de hierro. En atletas con concentraciones muy bajas de ferritina sin anemia, la suplementación con hierro puede ser de utilidad; además, la determinación del receptor de la transferrina sérica o concentraciones de protoforfirina, pueden identificar cuando la administración de hierro puede ser eficaz. Asimismo, las concentraciones de ferritina sérica deben ser controladas en deportistas, observando si en los inicios de temporada descienden sus valores de forma significativa, hecho que ayudará a tomar la decisión sobre la indicación de la suplementación con hierro. Ya que la mayoría de los estudios no han mostrado efectos ergogénicos de la suplementación de hierro en atletas, su utilización generalizada debería abolirse, dejando su utilización ante estados de anemia por déficit de hierro.
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