El entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) se utiliza frecuentemente en el entrenamiento deportivo, y cada vez más en personas que buscan mejorar su salud y/o fitness cardiorrespiratorio. Los bien conocidos efectos fisiológicos de este tipo de entrenamiento han llevado a considerar su aplicación en los enfermos con patología cardiovascular. Así, recientemente un grupo canadiense (Guiraud y col, 2012; Sports Med 42: 587-605) acaban de publicar una revisión muy interesante que analiza los resultados de estudios científicos en los que se ha utilizado como entrenamiento base el entrenamiento interválico de alta intensidad, en pacientes coronarios y con insuficiencia cardiaca. El análisis de los resultados indica que el HIIT fue más seguro y mejor tolerado que el entrenamiento continuo de moderada intensidad. En pacientes estables consiguió mayores mejoras clínicas, incluyendo beneficios de factores pronósticos importantes (VO2pico, función ventricular, función endotelial), así como mejoras de la calidad de vida. Además, este tipo de entrenamiento se asoció a una mayor adherencia al programa de ejercicio.
Como vengo señalando en los últimos artículos la intensidad se configura como la piedra angular sobre la que giran los más recientes posicionamientos en relación al entrenamiento aeróbico de personas sanas y ahora también de pacientes. Mi opinión ya la he manifestado con anterioridad, si bien no debemos caer en la tentación de considerar el entrenamiento aeróbico de alta intensidad como la única alternativa válida sin considerar el contexto general del cliente o paciente.
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