Investigadores estadounidenses (Washburn y col, 2012; J Sports Med Phys Fitness 52: 273) han publicado un trabajo en el que trataron de valorar el impacto de un entrenamiento de fuerza durante 6 meses en una población adulta joven (20,7 años), con sobrepeso (IMC: 27,3), que consistió en 1 serie, 9 ejercicios, 3-6 RM, 3 sesiones/semana. Lógicamente hubo un grupo control que no entrenó. Los resultados mostraron que el entrenamiento de fuerza aumentó la masa libre de grasa (1,5 kg) tanto en hombres como en mujeres, con un mayor incremento en los hombres. El % grasa disminuyó un 0,3% en el total de la muestra, un 3,7% en mujeres, y no hubo diferencias en los hombres. La fuerza máxima aumentó entre un 40% y un 50%.
El debate sobre el protocolo ideal de entrenamiento de fuerza es interesante. Lógicamente depende de los objetivos de cada persona, y es por eso por lo que no se deben adoptar conductas de imitación respecto a programas genéricos previamente establecidos. La idea de utilizar protocolos sencillos, que no causen excesiva fatiga en su ejecución, variados en las tareas, cortos en el tiempo y al mismo tiempo eficaz, es bajo mi punto de vista lo que demandan la mayoría de las personas que se acercan al ejercicio físico desde un punto de vista de mejorar su bienestar.
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