A continuación comentaré las alteraciones fisiológicas asociadas más frecuentemente a los estados de “sobre-solicitación y sobre-entrenamiento”, teniendo en cuenta que no hay signos o síntomas propios en exclusividad (patognomónicos, se llama en medicina) de los mismos: 1) disminución del rendimiento; esta siempre está presente, y se puede valorar el tiempo de un test hasta la fatiga; 2) bajo estado de ánimo; muy frecuente igualmente; 3) descenso del VO2max; 4) descenso de la frecuencia cardiaca máxima; 5) descenso de las concentraciones máximas y submáximas de lactato en sangre, solo combinado al descenso del rendimiento; 6) descenso en la relación testosterona/cortisol de más de un 30%; no demasiado fiable; 7) cambios (aumento o descenso) en las concentraciones de catecolaminas (sangre y orina); y 8) alteraciones en la variabilidad de la frecuencia cardiaca.
Desde un punto de vista práctico y sin necesidad de recurrir a test o pruebas más sofisticadas, podemos sospechar un estado de overreaching si: 1) desciende objetivamente nuestro rendimiento sin justificación aparente; 2) la frecuencia cardiaca basal se eleva de forma continua; y 3) la frecuencia cardiaca durante el esfuerzo es significativamente más alta o más baja que lo normal. Lógicamente, una vez tengamos la sospecha deberemos acudir el un Centro de Medicina del Deporte para confirmar el diagnóstico.
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