En contra de tendencias de hace años, hoy cada vez está más asentada la idea del entrenamiento de potencia muscular y/o fuerza de alta intensidad en personas de edad avanzada para mejora de su capacidad funcional y calidad de vida. Recientemente se han publicado los resultados de un meta-análisis (Raymond y col, 2013; Arch Phys Med Rehabil 6- marzo) en el que se examinaron los efectos de distintas modalidades de entrenamiento de fuerza en personas de edad avanzada (>65 años). Los resultados mostraron que el entrenamiento de alta intensidad aumentó la fuerza de los miembros inferiores en mayor cuantía que los entrenamientos de baja y moderada intensidad. Sin embargo, al realizar volúmenes iguales de carga, independientemente de la intensidad, no hubo diferencias en las mejoras obtenidas. Las mejoras sobre la capacidad funcional y discapacidad fueron similares con las diferentes intensidades. No hubo correlación entre efectos adversos derivados del entrenamiento y la intensidad del mismo. En resumen, el entrenamiento de fuerza de alta intensidad provoca mejoras más significativas que otras modalidades de entrenamientos menos intensos, aunque el volumen de entrenamiento puede compensar esas mejoras. Por otra parte, no parece necesario aplicar un entrenamiento de alta intensidad para mejorar la capacidad funcional en mayores de edad.
Dado que conseguir volúmenes de entrenamiento de fuerza en edad avanzada es complicado, la opción de la alta intensidad se sitúa como opción preferente en esta población.
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